Todo viaje comienza lleno de incertidumbre, así es la vida, no sabemos lo que nos vamos a encontrar, y así empezamos todas estas «yalgueras y yalgueros», personas que decidimos compartir camino para seguir entrenándonos en el noble y milenario arte de buscar tesoros. Y si partes de un hogar donde el cariño está bien presente, al que puedes volver a recuperar fuerzas saliendo a tope de inspiración, pues mejor que mejor, y en eso, en el albergue de la Yalga en Querúas, son grandes maestras Carmen y Eva, gracias de corazón.




Este viaje puede hacerse desde el mundo de la superficie, ese en el que los tesoros son tangibles y se suelen tener (¿o nos tienen ellos?), cuántas hemos sido las personas que en algún punto del camino nos hemos distraído en el amasar pertenencias, o en el sueño de acumular el objeto de moda deseado.
En este mindfulness rural trip, nos hemos dado cuenta de que puede hacerse también incluyendo todos esos tesoros que no se pueden tener, pero sí experimentar a través de los maravillosos sentidos, y a ello nos dedicamos durante dos días, a entrenar nuestros sentidos para estar en el aquí y el ahora, lugar en el que moran los tesoros.




Con el acento puesto en el buscar, es decir en el proceso, en el camino, y no en el resultado que es encontrar (o perderse), nos pusimos en marcha con alguna que otra carga de más, algunas tangibles como una piedra, otras profundas como algunas creencias, sustentadas por algún pocoyo interior que a todo ser humano le ha ido creciendo dentro. También equipados con el kit de toda persona yalguera buscadora de tesoros, alguna pensaba que era el palo, la botella, la camiseta,… aunque bien pronto descubrió que no es otra cosa que el gran regalo de los queridos sentidos.


Y en el caminar, fuimos parando para encontrarnos, para conectarnos con lo que siempre está, que es el presente, porque no se puede coger, cuando te pones a buscarlo el instante ya pasó y se está convirtiendo en el siguiente, por eso nos paramos a estar con lo que hay, a través del olfato, del oído, de tacto, de la vista,… y estando en Asturias, cómo no, también a través del gusto. En Cabo Busto, Jonathan, buscador de tesoros de una de las mejores pastelerías de España, no lo dice él, lo dicen sus pasteles, nos regaló su presencia y su esencia. Lo mismo que Mathilda y Luisa, de «Camino de rosas», que con sus comidas repusimos fuerzas e ilusiones, alrededor de una mesa en la que compartimos incontables tesoros.
Y muchas más aventuras que vivimos en este mindfulness rural trip, que ya nació con mucho mimo, porque antes de existir como fin de semana, existió como imagen maravillosa gracias a los diseños y creatividad de Silvia de Laboratorio de Ideas, así que desde esos inicios en adelante no faltó la diversión en ningún momento, el sentido del humor, las conversaciones transformadoras, las confidencias, el baño en el mar, la música, la meditación, el caminar en silencio, el comer también en silencio, incluso a veces a ciegas, tampoco faltó el veranear en torno a un vermú, o en torno a una amanecer, los estiramientos consciente tipo yoga,… infinitos tesoros nos rodean, no hay que irse a ningún sitio, ni lugar que no sea este instante, este momento presente lleno de todo y a la vez vacío de nada, porque no existe una visión única de lo que está, sino tantas como seres puedan interpretar el presente.
Porque el buscar tesoros es una actitud y estilo de vida, mindfulness es esa capacidad humana para llevar a cabo esta tarea, y se puede entrenar de infinitas maneras, eso lo han aprendido bien el yalguero y la yalguera, que afilando los sentidos, incluso el del pocoyo de la mente, convierten este mundo en un lugar más amable, más sabio, más armonioso.
Así que vaya todo nuestro agradecimiento para todas las persona que estáis en esta aventura del conocerse y buscarse, esperamos que en ese perderte y encontrarte que es la vida, conectes con ese gran ser buscador que hay en ti, que viene de serie, aunque no queda otra que cultivarlo, como si de una planta se tratase, para que brote y florezca.



Gracias Silvia, Lucía y Tamara por veniros con vuestra sonrisa, gracias Rocío, Yoli, Pepe, María y Lucía por hacernos familia con vuestra presencia, gracias Marta, Ana y Liliana por estar contagiando armonía sin ni siquiera saberlo, gracias Marion y Héctor por vuestra mirada capaz de transformar una conversación en un tesoro, gracias Jose por tu genialidad al hacer que todo parezca fácil actuando desde el corazón, y me gustaría saber tu idioma de ladridos Pipo, para darte las gracias por recordarnos que la autenticidad cuesta nada más y nada menos que soltar lo que ya caducó y ocuparse del aroma en esta curva del camino.
